sábado, 15 de noviembre de 2025

Cruce de destinos (Du nouveau chez Nouveau)



Milton pedía que el poeta fuera él mismo un poema (véase el pasaje en prosa titulado «A True Poem»). Tal vez nadie haya logrado llevar a cabo esta aspiración con tan alto grado de perfección como el poeta francés Germain Nouveau. Hacer de la vida de uno un poema es quizás el mejor logro que un poeta puede esperar del cultivo de una pasión que en realidad no sirve para nada en el mundo en que vivimos, salvo para conocerse y conocer el mundo y aprender a morir. Quizá eso es lo que le ha permitido a Germain Nouveau un puesto —indudablemente modesto, pero único— en la literatura universal y la perduración de su obra, contra todo pronóstico. Una obra hecha de impresiones y de vislumbres que no parecen dotadas de la suficiente entidad como para resistir el agresivo vendaval de la historia, pero que ahí siguen. Eso y su amistad personal con Paul Verlaine y Arthur Rimbaud. Tres destinos que yo considero como los más emblemáticos del simbolismo. Quizás, incluso, los más emblemáticos de un siglo desbordante de magnífica poesía. Tres destinos basados en la renuncia: a lo mejor de sí mismo, en el caso de Verlaine; a la literatura, en el de Rimbaud; y a la sociedad, en el de Nouveau, quien renunció también a la literatura e intentó destruir por todos los medios sus poemarios.

Desde la salida, a finales de 2015 (hace ya la friolera de diez años) de mi traducción de Saber amar, muchas cosas han sucedido relacionadas con la vida y la obra de Germain Nouveau que merecen ser consignadas aquí para quienes tengan algún interés en este extraordinario poeta simbolista.

Quizás lo más impactante haya sido la aparición del libro de Eddie Breuil Du Nouveau chez Rimbaud, publicado por la Biblioteca Honoré Champion de París a finales de 2014. Es un análisis de los manuscritos de las Iluminaciones de Rimbaud. La tesis del autor de este complejo ensayo se puede resumir así (resumo el capítulo final de conclusiones, pp. 163–68): las Iluminaciones no es un libro de poemas en prosa, sino una compilación artificial que agrupa textos copiados en la época en que Arthur Rimbaud y Germain Nouveau vivieron juntos en Londres, durante la primavera de 1874. Ninguno de esos papeles lleva firma alguna, y el paquete de papeles lo recibió Verlaine de manos del propio Rimbaud a finales de febrero o principios de marzo de 1875 para ser entregados a Germain Nouveau. (Aunque esto no está del todo claro: en la carta que se citará enseguida, como se va a ver, Verlaine dice: «“poemas en prosa” suyos, que yo tenía»; es decir, ¿podría ser que Verlaine los tuviera antes del encuentro de con Rimbaud en Stuttgart?) De hecho, el primero de mayo de ese mismo año dice Verlaine en una carta a Ernest Delahaye: «Si me importa recibir detalles sobre Nouveau he aquí por qué. Como Rimbaud me había pedido mandar a imprimir unos ‘poemas en prosa’ suyos, que yo tenía, a este mismo Nouveau, a la sazón en Bruselas (hará de ello como un par de meses) se lo he enviado illico [de inmediato] (¡¡¡a un porte de 2,75 francos!!!) y como no podía ser de otra manera, he acompañado el envío con una carta pulquérrima, a la cual él respondió de forma no menos pulcra, de modo que estábamos en correspondencia bastante seguida cuando dejé Londres para venirme aquí». Según Breuil, la atribución de estos textos a Rimbaud es errónea. Por el contrario, es a Nouveau a quien le corresponde la autoría. Algunos de estos papeles no deberían plantear ninguna duda: fueron escritos directamente por Nouveau y exhiben su caligrafía autógrafa. ¿Cómo explicar, entonces, los textos que exhiben la caligrafía de Rimbaud? Según Breuil, hay que darle la vuelta a la tortilla. La teoría establecida por varias generaciones de estudiosos indicaba que Nouveau habría colaborado con Rimbaud pasando a limpio alguno de los textos de su amigo. Pues bien, según Breuil, no es Nouveau quien copia ni Rimbaud quien dicta, sino al revés: Rimbaud es el copista o amanuense y los textos son del poeta provenzal.

La salida de mi edición coincidió con las primeras reseñas de las que tuve noticia y que se hicieron eco de la obra en cuestión, algunas, sencillamente, para dar cuenta de la salida del libro y de su contenido; otras para calificar la tesis de Breuil como descabellada. Después de todo, Rimbaud es un mito cultural nacional de Francia y no conviene zarandear el pedestal en el que su figura se alza señera sobre todas las de su generación. A mí me cuesta creer la tesis de Eddie Breuil, porque resulta extraño que Verlaine no expresara dudas de ningún tipo respecto a la atribución de los poemas (que sin embargo expresó respecto al poema «Veneno desperdiciado», que fue incluido en las obras completas de Rimbaud de 1891), pero, sobre todo, que el propio Nouveau no dijera ni pío cuando las Iluminaciones se publicaron por primera vez en 1886 en la revista La Vogue, justo en el año en que mantenía su idilio con Valentine Renault. Pero sí creo que, como mínimo, hay que atribuir a Nouveau el poema titulado «Villes» [Ciudades] escrito de su puño y letra, y tal vez alguno más de los que integran Iluminaciones. Por otro lado, estas tesis de Breuil no son nuevas ni del todo originales; hace más de cincuenta años, tesis similares fueron sostenidas por un joven poeta francés apasionado también de Germain Nouveau, uno de los grandes estudiosos de su paisano, Jacques Lovichi (1937–2018). Pero no cabe duda que Breuil lleva a cabo un análisis semántico y grafológico sumamente detallado y perspicaz.

Eddie Breuil, por tanto —si no interpreto mal las tesis de su importante ensayo—, retoma la visión clásica que se tenía, durante la primera mitad del siglo XX, de la actividad literaria de Rimbaud: la de que después de Una temporada en el infierno (1873), Rimbaud había abandonado la literatura para siempre, una tesis que contradecía las afirmaciones de Verlaine en el prólogo de Iluminaciones, pero cuya prueba era, para los críticos más solventes, el último texto en prosa de la Temporada, titulado precisamente «Adiós».  Es una tesis ya muy antigua, a la que puso fin Henri Bouillane de Lacoste en 1949 con ocasión de un trabajo de análisis de los textos incluidos en Iluminaciones que marcó un antes y un después en los estudios rimbaldinos. Precisamente el trabajo en el que el eminente filólogo descubrió y demostró, mediante concienzudos análisis grafológicos, que en la redacción del poemario había intervenido la mano de Germain Nouveau. Pero, incluso si nos inclinamos a admitir las tesis de Breuil, una carta de Rimbaud recientemente descubierta, fechada en Londres el 16 de abril de 1874 y dirigida a Jules Andrieu, demuestra con toda claridad que el poeta no sólo no había abandonado la literatura con el «Adiós» de Una temporada en el infierno, sino que incluso tenía ambiciosos proyectos de publicación que nada tenían que ver, precisamente, con las Iluminaciones. El que no hubieran fructificado en nada concreto, o el que nadie se los tomara en serio, habrán exasperado a un joven brillante y ambicioso que tenía mucha «prisa por encontrar el lugar y la fórmula». La fórmula de hacerse rico, supongo. Parece que al final la encontraría en los desiertos de Somalia, vendiendo cacerolas y sartenes europeas a los pobladores locales.

Mi conocimiento del francés no es nativo y no soy capaz de hacer por mí mismo una valoración segura a nivel lingüístico, pero el análisis de Breuil, tanto a nivel grafológico, como semántico, cultural e histórico es muy minucioso y me parece de una honestidad intelectual que no puedo poner en duda teniendo en cuenta mi limitado dominio del idioma. Mi impresión personal es que muy bien puede ser que algunos de los poemas que hoy se recogen en Iluminaciones sean de Germain Nouveau, especialmente el titulado «Villes» [Ciudades], cuyo manuscrito es de su puño y letra, suena de manera inconfundible a Nouveau, y que este menciona como suyo en una carta a Jean Richepin fechada en Londres el 17 de abril de 1875. Tal vez los dos poetas colaboraron en algún proyecto similar y textos de ambos acabaron entrando en la famosa compilación. Mis objeciones son las que me dicta el sentido común: el silencio del propio Germain Nouveau es muy significativo, toda vez que en 1886 vivía amancebado con Valentine Rénault y participaba en las tertulias literarias del momento. El impacto que causó ese año, en los mentideros artísticos de París, la publicación de las Iluminaciones, primero en varios números consecutivos de la revista La Vogue, entre mayo y junio de 1886, y poco después en libro, en octubre de ese mismo año, no pudo habérsele pasado por alto. Es verdad que para entonces (cuando los textos se publicaron en libro) había dejado París y vivía en Bourgoin, adonde llegó el 19 de octubre de 1886 para incorporarse a su nuevo puesto de trabajo como profesor de dibujo en el liceo de la localidad, pero es imposible que no conociera las publicaciones pre-originales de la Vogue que habían aparecido en la primavera.

La enrevesada historia del soneto «Veneno desperdiciado», soneto atribuido desde el principio a Rimbaud pero que con toda probabilidad escribió Germain Nouveau, pone de manifiesto las enormes dificultades que presenta la clarificación de una autoría discutida cuando no se disponen de otros datos que unos manuscritos sin firmar que han pasado por infinidad de manos. Conviene, además, considerar el hecho de que, a partir de 1891, cuando la crisis de locura de Nouveau y el consiguiente y total abandono de su carrera literaria, el poeta no solo se despreocupó de sus poemas, sino que incluso intentó destruirlos y se opuso encarnizadamente a su publicación, como revela la historia de sus dos poemarios. En estas circunstancias, a Nouveau (“y a su inmenso desparpajo”, como decía André Breton) no podía importarle mucho ver atribuidas sus obras a otro. Pero con todo y con eso, me resulta difícil de creer que nunca hiciera al menos una mínima alusión a ello a sus amigos Verlaine y Delahaye antes de aquella fecha fatídica: son cinco años en los que la fama de Rimbaud se disparó en el mundillo literario parisino hasta convertirse en todo un fenómeno cultural.

Por otro lado, no estoy del todo seguro de que me gustaría descubrir que Germain Nouveau es el verdadero autor de todos los textos incluidos en Iluminaciones. El poeta de la Provenza me gusta tal como es, o tal como fue. O tal como nos parece que fue. Creo que no necesita ningún añadido más para hacerlo mejor, o para que nos guste más. Con sus brillos y penumbras, con sus magias y sus pequeños o grandes defectos, a mí, desde luego, siempre me ha gustado Nouveau muchísimo más que Rimbaud. Lo que no quiere decir que, si al final se demostrase sin ningún género de dudas las tesis de Lovichi y Breuil (lo que supondría un auténtico terremoto en la tradición cultural francesa), vaya a negarme a aceptarla. Solo significaría que tendría que vérmelas a partir de entonces con un desconocido que, como digo, no sé si me gustaría tanto, y al que tendría que empezar a conocer de nuevo.  

La venta en subasta de parte de la biblioteca de Mallarmé realizada por Sotheby’s de París el 15 de octubre de 2015 reveló la existencia de un retrato de Germain Nouveau completamente desconocido, realizado por Carjat en la misma sesión fotográfica de la que salió su retrato más célebre. La foto, lote 211, con una dedicatoria autógrafa del poeta a Stéphane Mallarmé y la famosa cuarteta (la cual figura también en el retrato de tres cuartos de Nouveau dedicado a Jean Richepin y que este dio a conocer en 1927), fue comprada finalmente por 47.500 € por un coleccionista particular que se mantuvo en el anonimato. Este nuevo retrato fotográfico de Nouveau fue una sorpresa para todos, ya que se ignoraba su existencia, y

Un par de meses después, el viernes 11 de diciembre de ese mismo año, las firmas Bergé y Sotheby’s procedieron a la primera venta de la biblioteca particular de Pierre Bergé. En el catálago de la subasta se reveló que una de las piezas de la colección era lo que hoy consideramos el «manuscrito» de Valentinas: un juego de galeradas impresas y corregidas por el autor, las que iban a servir para la fallida edición de la obra en torno a 1889 y 1890, y que constituyeron, más de treinta años después, la base de la edición póstuma de Delahaye de 1922. Entre las galeradas impresas figuraba también un poema manuscrito, el titulado «Les lettres», intercalado a posteriori por el poeta en su lugar específico en la compilación. Según la información proporcionada en la subasta, Pierre Bergé adquirió esa pieza para su biblioteca personal en una venta anónima de la casa Drouot del 29 de mayo de 1968. Las galeradas fueron encuadernadas en tafilete de color berenjena. Este volumen único, marcado con el lote 106 en la venta de Sotheby’s de diciembre de 2015, fue adquirido por el Estado Francés por 102 000 €. El precioso documento se custodia ahora en la Biblioteca Nacional de Francia y está disponible online para quien desee consultarlo.

En 2018, falleció el poeta, novelista, ensayista y crítico literario y teatral Jacques Lovichi (n. 1937), el primero en el tiempo en sostener la tesis de que, al menos algunos poemas de Iluminaciones fueron escritos por Nouveau. Lovichi sacrificó su carrera profesional por Germain Nouveau, al sostener una tesis doctoral que los miembros de su tribunal desaconsejaron y, en definitiva, descalificaron. Lovichi prefirió preservar su independencia intelectual y se mantuvo en sus trece. Jacques Lovichi es uno de esos ejemplos de fe en la poesía que me hacen abrigar alguna esperanza para el género humano, en este siglo de venalidad e indecencia. (Descansa en paz, mi admirado maestro).

Por último, para 2020, con motivo del centenario de su muerte, se había preparado una gran exposición de Germain Nouveau en la sala de exposiciones de la Biblioteca Méjanes de Aix-en-Provence, la misma en cuyas antiguas salas el poeta se había refugiado a menudo a leer y escribir hacia 1900, y a combatir acaso el frío de los inviernos del sur de Francia, que no dejan de ser los inviernos del norte de España. La comisaria fue la bibliotecóloga, historiadora y escritora Aurélie Bosc, quien también se encargó de la dirección editorial del magnífico catálogo de la exposición, Germain Nouveau, l’ami de Verlaine et de Rimbaud. Eddie Breuil, Pascale Vandegeerde y Jean-Philippe de Wind fueron los consejeros científicos de la exposición, y los dos últimos, pareja de incansables investigadores de la vida y la obra de Germain Nouveau, aportaron algunas de las más preciosas piezas exhibidas en la misma, que conservan en su colección particular, entre ellas el magnífico óleo sobre madera titulado La lectrice, indudablemente un retrato de Valentine Renault pintado por Nouveau en agosto de 1885. Por desgracia, el estallido de la pandemia del COVID-19 obligó a posponer la inauguración, primero para enero de 2021, y finalmente para octubre de ese mismo año. A pesar de las restricciones y de las dificultades impuestas por la pandemia, tuve ocasión de desplazarme hasta Aix por unos pocos días a finales de noviembre para visitar la exposición y conocer la villa vinatera de Pourrières, a unos cuarenta y cinco minutos de distancia en automóvil desde la antigua capital de provincia.

La exposición, llena de documentos de todo tipo relacionados con la vida y la obra de Nouveau, demuestra el interés persistente de esta figura poco conocida del simbolismo francés, por la que los surrealistas profesaron un interés teñido de cierto fervor casi religioso. Para mí, desde luego, tanto la exposición como la visita a lugares tan profundamente ligados a la vida del pintor y poeta, fue un estímulo esencial para continuar dando a conocer su obra al público hispano y para concluir la traducción de las Valentinas. Otra de las piezas interesantes de la exposición fue el estreno de la película Le poète illuminé realizada por el cineasta Christian Philibert, un hermoso documental consagrado al poeta. A ello hay que añadir dos biografías recientes del poeta: la escrita por Martin Mirabel, Germain Nouveau: un cœur illuminé (París: Michel de Maule, 2021) y la de José Lenzini, Germain Nouveau : trimardeur céleste de la poésie (Le Revest-les-Eaux : Les Cahiers de l’Égaré, 2020).

Pero no todo son elogios, claro. Frente a las exposiciones y a las biografías, un severo y convencional Étienne Crosnier ha publicado recientemente un estudio donde trata de poner el poeta en lo que, según él, es su lugar: un epígono del Parnaso de rimas sonoras, fascinado por la lírica popular, nada más. En efecto, en Germain Nouveau: comprendre les malentendus d’un mythe (París: L’Harmattan, 224), Crosnier traza la historia de la recepción de la obra del amigo de Verlaine y de Rimbaud hasta su momento culminante en 1970, cuando la prestigiosa colección La Pléiade le abre a Nouveau un suntuoso panteón en ese cementerio de clásicos en papel biblia y encuadernaciones de tafilete con filigranas repujadas en oro de 24 kilates, en compañía de Lautréamont. Tras el mayo del 68 y la expansión del movimiento hippy, la figura de Nouveau y su vida bohemia y al margen de la sociedad podían ser un poderoso reclamo para una colección de clásicos destinada, por su precio, a las bibliotecas de la alta burguesía. Hasta el famoso retrato de Carjat de 1873 que aparecía en la sobrecubierta (de Lautréamont solo ha llegado hasta nosotros un posible retrato que ni siquiera entonces se conocía) era la de un auténtico hippy (a cien años de distancia, los bohemios de 1870 y los hippies de 1970 compartían más o menos las mismas greñas y vestimenta). Pero el reclamo y el prestigio de Nouveau se disiparon pronto. Tampoco el poeta lograba atraer la atención de los estudiosos y de los currículos educativos. Además, sin un valedor de la talla de André Breton, Nouveau se quedó relegado a su condición de incómodo comparsa para los apasionados de Lautréamont. En 2009 los editores de Gallimard decidieron desahuciarlo y lo desalojaron de la colección con la publicación de un volumen consagrado enteramente al célebre poeta uruguayo en lengua francesa.  Crosnier concluye citando el correo electrónico del 1º de febrero de 2023 que le remitieron desde Gallimard cuando les escribió para inquirir las razones (traduzco): «Para responder a su pregunta: la asociación Germain Nouveau-Lautréamont, realizada por razones prácticas (el número de páginas de sus obras respectivas), no tenía sentido. Nos ha parecido, pues, deseable, consagrar un volumen entero solo a Lautréamont. Lo que ha conllevado la desaparición de Germain Nouveau [de La Pléiade], con el que nos resulta imposible hacer lo mismo. […] Actualmente no existe ningún proyecto relativo a la publicación de la obra de Germain Nouveau en el seno de nuestra colección». Es decir, las circunstancias que propiciaron en 1970 la cohabitación en el mismo volumen (como quien entierra a dos cadáveres en el mismo ataúd) de Lautréamont y Germain Nouveau (las revoluciones sociales y sexuales de los años sesenta del siglo pasado), han desaparecido en este más sesudo siglo XXI, más capaz para distinguir entre lo realmente rentable y lo meramente simbólico, y más consciente de sus responsabilidades financieras. Crosnier, por lo demás, descarta las tesis de Eddie Breuil. La controversia sobre la autoría de las Iluminaciones desatada por Breuil es para él un asunto más pasional que racional y, en lo que a él se refiere, la cuestión quedó definitivamente zanjada por Pierre Brunel —uno de los grandes expertos del período— en el debate televisado que mantuvieron ambos, Brunel y Breuil, respecto a las tesis de este último, debate que tuvo lugar el 7 de abril de 2015 en la Universidad Jean Moulin de Lyon y está disponible en YouTube. Son dos lenguajes distintos, razona, que no se dejan confundir y que revelan diferentes, a veces contrapuestas, visiones del arte, del mundo y de la vida.

Personalmente, a mí me parece, el de Crosnier, un ensayo escrito deprisa, deshilvanado y poco atractivo desde el punto de vista del estilo: su lenguaje es romo y sin jugo como un limón seco, y esta falta de expresividad deja frío al lector, aunque sin duda esta es una opinión subjetiva. Pero confieso que su visión del asunto no carece de interés, alguna penetración y cierto sentido común. Crosnier concluye su libro afirmando que (traduzco) «la obra de Germain Nouveau stricto sensu no ha conseguido siempre hallar un lugar visible en el patrimonio literario francés». Y no le falta razón: esta historia de su entrada y posterior desahucio de La Pléiade a la que acabo de referirme lo respalda.



Este asunto de su descarte de La Pléiade merecería por sí solo un estudio en profundidad, pero no es este el lugar para emprenderlo. En cualquier caso, desde el principio muestra las fuerzas coyunturales que explican la elección de tal o cual autor para entrar en el panteón de una colección de prestigio. Las «razones prácticas» a que alude el correo electrónico transcrito arriba, a saber, el escaso número de páginas de las obras de estos autores, aunque sea la principal razón de Gallimard para haber enterrado entonces a dos muertos en la misma caja, y para desalojar ahora a uno de ellos del compartido féretro, no se justifica: la nueva edición de las obras de Lautréamont en 2009, se ha inflado hasta las 848 páginas de las 488 que ocupaba en la edición Lautréamont-Nouveau, es decir, 150 páginas menos que las que este último ocupaba allí (990 páginas). Aunque son raras las ediciones de La Pléiade que tengan menos de mil páginas (lo normal es que sus volúmenes oscilen entre las 1 200 y las 2 000 páginas), no faltan los títulos de la colección que son bastante más delgados: el de las obras de Louise Labbé, publicadas en 2021, consta de solo 736 páginas. Las del novelista Alain Fournier (2020), de 640, mientras que las poesías completas de Alfred de Musset se recogen en un tomo de 976 páginas, menos de las que ocupan las de Germain Nouveau en la edición de 1970. Lo mismo puede decirse de algunas de las más antiguas ediciones de la colección. Por ejemplo, la primera edición de las obras completas de Baudelaire, en 1932, tenía 666 páginas el primer tomo y 868 el segundo; la de Rimbaud en 1946, constaba solo de 846 páginas (no es mucho más voluminosa la más reciente, realizada en 2009 y ampliada en 2021, con un total de mil cien páginas, y eso que incluye todas las lecciones conocidas de los poemas, en vez de consignar solo sus variantes, multiplicando así un buen número de páginas). Y una famosa antología de poesía francesa realizada por André Gide en 1949 se extiende a lo largo de 848 páginas. Con todo lo que se ha escrito y descubierto sobre Germain Nouveau desde aquella edición legendaria de 1970, hoy se podría hacer perfectamente una nueva edición de las obras del poeta provenzal en La Pléiade de más de un millar y medio de páginas. Pero, como el email enviado por Gallimard demuestra, no hay la voluntad de hacerla. La razón es evidente: Nouveau no vende ahora como podía vender en 1970, sobre todo si Lautréamont iba de saldo, o viceversa. Lo mismo ocurre con el otro ataúd con dos cadáveres que Gallimard fletó con destino a la eternidad aquel mismo año de 1970, el compartido por Tristan Corbière y Charles Cros, donde el primero ocupa 600 páginas y el segundo 904. Había en aquellos años un interés renovado por la literatura de esos radicales del Parnaso que habían revolucionado a su manera la poesía de su tiempo, a los que Pierre-Olivier Walzer había agrupado, también en ese año, y con muy buen criterio en un libro titulado La révolution des sept: Lautréamont, Mallarmé, Rimbaud, Corbière, Cros, Nouveau, Laforgue ([La revolución de los siete] Neuchâtel: À La Baconnière, 1970). Normal que el mismo Walzer se hubiera ocupado de las ediciones de cuatro de ellos (las que acabo de referir) en La Pléiade.

La ya mencionada pareja formada por Pascale Vandegeerde y Jean-Philippe de Wind, quienes ya habían realizado una preciosa edición anotada de los primeros poemas de Germain Nouveau titulada Quelques premiers vers (Lieja: Société de Découragement de l’Escrime, 2009), habían iniciado los preparativos para una ambiciosa edición de las obras completas de Germain Nouveau, después de la retirada de la edición canónica de La Pléiade. Desgraciadamente, Pascale falleció en Bruselas el 30 de noviembre de 2022 de un cáncer de páncreas que se le había diagnosticado el año anterior. El 2 de enero de 2023, desde Lieja, me escribió atribulado Jean-Philippe, su compañero de veinte años de amor y de investigaciones literarias, para darme la triste noticia y explicarme las circunstancias. El final de su carta era una afirmación de su compromiso con el proyecto que ambos habían iniciado (traduzco): «Los dos estábamos trabajando en una nueva edición de las Obras completas de Germain Nouveau, para reemplazar la de La Pléiade. Voy a proseguir ese trabajo con Eddie Breuil. Por ella, por los lectores y, también, en cierta manera, por Germain Nouveau». (Pascale, en su idealismo radical por ciertas causas sociales, como tantos otros jóvenes de la época, se juntó con la gente equivocada y cometió, parece, graves errores. Yo no soy quién para juzgar aquí, ya que apenas si conozco los detalles. Ella pagó su deuda a la sociedad, más que ningún otro de aquellos jóvenes. Se rehabilitó y durante los últimos veintidós años de su vida se dedicó a tareas editoriales e investigaciones literarias sobre cosas tan inofensivas como las relacionadas con la vida y la obra de Germain Nouveau. Que en paz descanse). Lo que hace grande la obra de Germain Nouveau no consiste en un tomo de La Pléiade de mil páginas en papel biblia, elegante tipografía Garamond, con su aparato de notas y de estudios críticos, y encuadernado lujosamente en tafilete verde repujado con filigrana de oro, sino en la pasión que es capaz de generar en corazones humanos tan grandes como los de Pascale y sus amigos.

 

 

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Escribe aquí tu comentario